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martes, 16 de diciembre de 2008
Muerte de LEÓN FEBRES CORDERO, un adiós de queridos y odiados
León Febres Cordero cumplió su deseo de morir en Guayaquil. La tarde de ayer pidió que lo levanten de la cama y lo sienten en su silla como otros días lo había hecho. Ahí descansaba cuando un infarto fulminante le quitó la vida.
Su organismo no resistió más por la falta de oxígeno a los pulmones, a causa del enfisema y el cáncer terminal en el pulmón izquierdo. Eran las 16:20. Horas más tarde, su amigo y ex diputado del PSC, Alfonso Harb, informó como hora oficial de su muerte las 16:30. Carlos Pareja Cordero, su amigo, abogado y colaborador, llegó unos 10 minutos antes de su muerte.
En la suite del primer piso de la Clínica Guayaquil, donde estuvo más de dos meses asilado, lo acompañaban sus hijas, hermanos y amigos. Durante el día tuvo algunas molestias por un dolor en la vejiga. Por eso le hicieron una tomografía para establecer las causas de la afección.
Además pasó muy mal desde la madrugada del lunes porque le faltaba la respiración. Febres Cordero empezó a fumar desde la adolescencia. En la época de la Presidencia de la República llegó a consumir entre tres y cuatro cajas de cigarrillo diarias. “Luchó como un guerrero, no se imagina”, dice Pareja.
Ayer estuvo preocupado del precio del barril del petróleo, más que por su salud. Ese tema y el del pago de la deuda coparon su atención durante los últimos días, más que la hora en que le llegaría su muerte. Ese tema no lo trataba con sus familiares y amigos más cercanos.
La mañana de ayer transcurrió con el mismo movimiento de las visitas que se registró en la última semana, desde su regreso de Tampa, en EE.UU., el pasado domingo 7 de diciembre.
Ayer, estuvo el ex asambleísta Leonardo Viteri y Vinicio Yagual, alcalde de Salinas. También Fidel Araujo, colaborador en el gobierno de Lucio Gutiérrez, cuyo padre -Manuel Araujo Hidalgo- fue embajador de Ecuador en La Habana durante el gobierno de Febres Cordero.
Incluso, el miércoles pasado recibió al líder de su secuestro en Taura, en 1987, el general Frank Vargas Pazzos. Ambos, quienes además fueron compadres, estuvieron distanciados desde enero de ese año, cuando se dio el hecho en la Base Aérea de Taura, en Guayas.
Las últimas horas en la Clínica fueron momentos muy dolorosos con los hijos y los hermanos. Todos alrededor de él rezaron por su vida. Sabían que su muerte era inevitable, aun así esperaban un milagro. Solo dos de sus hermanas no acudieron porque no estaban bien de salud.
“Dos horas antes de que fallezca me vio parado al pie de la cama y dijo vaya descanse y vaya a trabajar. Almorcé, regresé y ya estaba agonizando”, comentó su hermano mayor Agustín.
“Aún era muy joven para morir”, dijo. León Febres Cordero tenía 77 años y gran parte de ellos tuvo como su afición al cigarrillo. Al igual que los caballos de paso.
A las 15:45 llegó el alcalde Jaime Nebot. Quince minutos después el movimiento en los exteriores de la Clínica Guayaquil se intensificó. Aparecieron más policías y vigilantes de la Comisión de Tránsito del Guayas.
Los militantes del Partido Social Cristiano (PSC) y curiosos empezaron a llenar las calles del Centro Médico (Padre Aguirre y General Córdova). Pasadas las 16:30 llegó el vicealcalde Luis Chiriboga Parra. Él manifestó, sin dar nombres, que le informaron sobre el deceso del ex Alcalde de Guayaquil.
Pasó más de una hora sin conocer ninguna otra versión oficial. Hasta que a las 16:58, el ex diputado del PSC, Alfonso Harb se acercó a la entrada de la clínica y habló a los medios. “A las 16:30, el presidente Febres Cordero dejó la mortalidad de la tierra y pasó a la inmortalidad de la historia”, aseveró sin más detalles y visiblemente consternado.
Posteriormente inició la llegada de sus ex colaboradores. Heinz Moeller manifestó: “Hemos perdido a un gran patriota”. Febres Cordero murió en Guayaquil, en la clínica de su familia y atendido por su sobrino Roberto Gilbert Febres Cordero.
Morir en su patria fue uno de sus deseos. Se lo dijo a su hermano Agustín, justo antes de regresar de Tampa hace más de una semana, cuando volvió a Ecuador en un avión ambulancia.
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