lunes, 6 de abril de 2009

¿Verguenza Argentina o la Altura es el culpable?


En La Paz, Bolivia le propinó a la Argentina una de sus tres peores derrotas de la historia, junto a las sufridas ante Checoslovaquia, en el Mundial 1958, y Colombia, en las Eliminatorias del Mundial de Estados Unidos. Fe un contundente 6-1 que golpeó duro al equipo de Diego Maradona, superado en todas las líneas y lejos del nivel que había mostrado ante Venezuela. Joaquín Botero, en tres oportunidades, Alex Da Rosa, Didi Torrico y Marcelo Moreno Martins marcaron los goles del local. Luis González, empató transitoriamente para la Selección, que terminó con diez por la expulsión de Di María.Los primeros diez minutos del partido anticiparon lo que iba a ser una verdadera pesadilla para Argentina. En ese lapso hubo cuatro llegadas claras de Bolivia, algunas desperdiciadas y otras que terminaron en tapadas en Carrizo. Y fue un minuto después, a los 11, cuando el equipo de “Platini” Sánchez desniveló a través de Martins, que eludió a Papa y ante el cierre forzado de Heinze definió al primer palo. A partir de ahí, más allá de algunos ataques esporádicos, Bolivia frenó la embestida y Argentina tuvo mayor control de pelota. La mejor combinación del partido la armaron Messi y Tevez a los 21, y si no terminó en un golazo de la “Pulga” fue porque Arias, el arquero boliviano, respondió bien ante el intento de emboquillada del rosarino. A los 25 llegó el empate argentino, a través de “Lucho” González, que le pegó desde 35 metros y aprovechó que, esta vez, Arias se mandó un blooper. Pudo ponerse 2-1 Argentina tras una corrida de Messi, que definió al cuerpo del arquero. A los 31, de contraataque, los bolivianos respondieron con una jugada que terminó en penal cobrado por Martín Vázquez ante la infracción de Javier Zanetti frente al brasileño nacionalizado, Da Rosa. Botero cambió el penal por gol y ahí se terminó todo. Lo que siguió después representó una actuación colectiva paupérrima de Argentina. Bolivia se fue al vestuario 3-1 tras otro contraataque que Da Rosa definió en soledad.Lo del segundo tiempo fue todavía peor. Tres estocadas más de Bolivia, cuyo público terminó coreando “ole” y sabiendo que su Selección pudo haber logrado una goleada aún mayor. Más allá de los ingresos de Di María, Montenegro y Angeleri, Argentina siguió siendo el mismo fantasma. Gago y Mascherano estuvieron desorientados, Demichelis y Heinze no coordinaron y sólo Messi, intermitente pero desequilibrante, pareció salvarse del papelón. La altura quedó en segundo plano. En la escena central, en cambio, se vio a un equipo humillado

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